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Refugiada palestina logró ser española por antepasado sefardí - Amantini, Genealogia y noticias mundiales del apellido 2024 Caracas Saltar al contenido

Refugiada palestina logró ser española por antepasado sefardí

8 de noviembre de 2020
amantini 8

Conoce su historia

Jerusalén, 14 oct 2020(EFE).- Refugiada palestina por documento y ápatrida por sentimiento, Heba Iskandarani tiene, por fin, con 26 años, una nacionalidad: la española, tras descubrir el secreto familiar de sus orígenes judíos sefardíes.

«Sefardí, judía, palestina, libanesa, musulmana, española y dubaití, también», acepta con sorna una aparente «identidad contradictoria» en entrevista por videoconferencia con Efe desde Emiratos Árabes Unidos (EAU), donde nació.

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En ella se agrupan hoy todas estas identidades, pero hasta el mes pasado, legalmente, lo que tenía era el estatus de refugiada de su padre. Hasta que desentrañó su árbol genealógico y averiguó que sus antepasados fueron judíos expulsados de España por los Reyes Católicos, que se convirtieron al islam en algún momento de su exilio por Oriente Medio.

PALESTINA SEFARDÍ

Palestina

«Nacionalidad actual: Palestina», consta en la solicitud que envió Heba al Ministerio de Justicia español para iniciar el proceso de nacionalización de sefardíes por carta de naturaleza, oportunidad que abrió una ley aprobada en 2015.

Una «particular» solicitud que su abogado Giorgio Guarneri no había visto en las decenas de nacionalizaciones que tramitó hasta el año pasado, cuando terminó el plazo, reconoce a Efe desde Barcelona.

Para cumplimentarla, Heba pasó más de tres años buscando respuestas a un interrogante que se abrió por casualidad un día tras una búsqueda aleatoria de su apellido en Internet: lo tenía también una familia judía de origen argentino.

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Sefardí

«Personalmente no sabía que era ser sefardí. En Oriente Medio vives en una burbuja, no sabes nada del otro lado (Israel), dadas las circunstancias (los países árabes rechazaron la creación de Estado judío). Entonces empecé a investigar», explica a Efe.

Cuando se lo comentó a su padre, renegó. Este había nacido en Líbano, de madre libanesa y de un padre que había huido de la ciudad palestina de Yafa, hoy Israel. Con la creación del Estado judío en 1948, fue uno de los 700.000 habitantes de la Palestina histórica que escaparon de la guerra y se establecieron en campos de refugiados por todo Oriente Medio. Hoy los 5,6 millones de huidos y sus descendientes no pueden volver a las localidades de las que salieron y la mayoría tampoco puede obtener la nacionalidad del país donde reside.

«Si perdemos la visa de trabajo en Dubai, ¿dónde voy? ¿A un campo de refugiados en Líbano? Ni este país (Emiratos Árabes Unidos), ni Palestina ni Israel me acogerán nunca», ilustra sobre el desasosiego que ha marcado su vida.

 

SECRETOS FAMILIARES

«Vosotros lo dais por sentado (una nacionalidad) porque la tenéis, pero el mundo no sabe que hay un tanto por ciento de población que no tiene tierra», interpela.

Ese sentimiento de «ciudadana de segunda clase, sin derechos» es lo que llevó a Guarneri, de origen italiano y con un pasado migrante en EE.UU, a implicarse personalmente en su caso.

¿Qué dijo?

«Cuando me contactó por primera vez sentí que estaba sufriendo por no tener identidad». Remarca este letrado de Extranjería, que se sintió también afectado por la incomprensión que Heba afrontaba como descendiente de judíos en países árabes, y cómo árabe en su búsqueda judía. Por eso, ella mantuvo oculta la historia que fue destapando hasta que el mes pasado ella y su hermana tuvieron el pasaporte español en la mano.

Como su abuelo, el primer Ahmad de la familia tras una sucesión de nombres judíos como Ruben o Jacob. Este había ocultado y cambiado el nombre de su padre Iyob cuando se refugió en Líbano. El documento de identidad que Heba encontró del Mandato Británico de Palestina de los años cuarenta desveló el secreto. Nadie de la familia sabía el por qué y nadie había hablado de ello.

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Determinante fue comprobar que el apellido de su bisabuela era Djerbi (judío de origen tunecino) para conseguir el certificado de la Federación de Comunidades Judías de España, documento indispensable para iniciar la tramitación de nacionalización.

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La historia comenzaba a encajar y una investigación de la Universidad de Colorado situó a sus a sus antepasados en la calle De Cal de Barcelona. Expulsados en 1492 por los Reyes Católicos, migraron de Marruecos a Alejandría hasta establecerse en Yafa como mercantes en el siglo XIX con el Imperio Otomano.

¿Qué mas?

Ahora, su padre entiende por qué de pequeño elaboraban en familia huevos haminados, una tradición sefardí. Dispuesta a celebrar las Navidades como española, el Ramadán como árabe musulmana y Rosh Hashaná como sefardí, Heba no para de dar gracias por sentirse, ante todo y por primera vez, «un ser humano dentro de unas fronteras con derechos».

Cree que autodenominarse española todavía es temprano, al no haber residido nunca en España, como nunca ha visitado Palestina, pese a tener esa condición. Pero sus hijos lo serán.

El pasaporte permitirá que sus descendientes crezcan con «los derechos y la protección» que a ella le fueron privados, sueña. Incluido el visitar sus orígenes, en el pueblo natal palestino de su abuelo, hoy parte del Estado judío, que también ansía conocer porque, defiende: «se puede vivir con ambas identidades».

Con información de EFE y La Vanguardia

Amantini. Heba

A los 26 años, Heba Iskandarani puede presumir de cosmopolita: nacida en Dubái y residente en Reino Unido, es hija de madre libanesa y padre palestino. Pero hasta el pasado 31 de agosto, ningún país le había expedido un pasaporte. Viajaba con un salvoconducto libanés en el que figura como refugiada palestina. Gracias al asombroso hallazgo de sus orígenes sefardíes, ahora es ciudadana española.

Todo empezó con un análisis de ADN y el ferviente deseo de abandonar la condición de apátrida. Hace cuatro años comunicó a su padre que su apellido figuraba en Internet como perteneciente a una familia judía argentina. “Descubrimos que algunas de nuestras raíces estaban en España”, relata por teléfono todavía maravillada. Con esta revelación, la joven investigó su linaje para acogerse a la ley que entre 2015 y 2019 abrió la posibilidad de obtener la nacionalidad española a los descendientes de judíos expulsados por los Reyes Católicos en 1492.

¿Donde comenzó todo?

El punto de partida fue su abuelo paterno, Ahmad Iskandarani. Palestino expulsado de la ciudad costera de Jaffa (hoy un distrito de Tel Aviv) tras la creación del Estado de Israel en 1948. “No hablaba mucho, vestía bien”, es todo lo que pudo sonsacar Heba a su abuela, todavía viva. En su éxodo como refugiado hacia Líbano, donde cría a ocho hijos. Había hecho desaparecer el nombre de su padre, Ayub (Job, en árabe), de su documento de identidad.

La joven Iskandarani lo presentó como prueba de su ascendencia sefardí ante la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE), pero ni esa documentación ni el hecho de que su abuelo Ahmad tuviera hermanastros con nombres inequívocamente hebreos –Yakub y Moses– bastaron para que obtuviera el certificado del FCJE. Envió entonces a su madre a rebuscar en el desván de la casa familiar en Líbano. “Me enfadé muchísimo con ella por ser libanesa”, confiesa arrepentida entre risas. “Estaba muy cerca de mi objetivo y el Gobierno de Beirut no podía ayudarme”, añade.

Camuflado entre una pila de papeles fue localizado un documento de identidad de la bisabuela paterna, Latife. La madre de Ahmad se apellidaba Al Djerbi, un patronímico que retrotrae hasta Djerba o Yerba, la isla de Túnez que cuenta aún con una ancestral comunidad judía. Esta fue la prueba concluyente de su linaje sefardí.

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Equipo legal de Heba

Heba contrató a través de sus abogados a Roger Louis Martínez-Dávila, profesor de historia medieval española en la Universidad de Colorado (EE UU) para que avalara su genealogía. Este localizó el lugar de origen de los antepasados de Iskandarani en la calle del Call de la judería de Barcelona. Donde se documentan hasta cuatro generaciones. Tras su expulsión de la Corona de Aragón, viajaron desde Marruecos a Alejandría. Donde se convirtieron al islam antes de recalar en el puerto de Jaffa como mercaderes bajo el Imperio Otomano.

Cumplido el principal requisito para lograr la nacionalidad, aún tuvo que superar una larga carrera de obstáculos burocráticos y cuantiosos desembolsos, que entre abogados, tasas, notarios, viajes y compulsas, ascendieron a unos 6.000 euros.

Con tesón, logró superar el examen de español en el Instituto Cervantes de Dubái, a pesar de que desconocía por completo el idioma. “Doné 200 euros a Cruz Roja Española”, detalla Heba, para probar la “especial vinculación con España” exigida a los solicitantes de nacionalidad de origen sefardí.

¿Qué mas?

También presentó justificantes de transferencias por valor de 300.000 euros efectuadas por su padre, responsable de una empresa que importa fertilizantes españoles a Emiratos Árabes. “Hasta pensé en hacerme fotos viendo series españolas en Netflix”, bromea.

Mientras rememora las tribulaciones transmite su satisfacción por haber obtenido el pasaporte español. Además de un símbolo identitario, es una valiosa credencial que le abre las puertas del mundo. “El visado que tengo por mi padre no me permite trabajar en ningún país de la zona”, aclara. Actualmente cursa un doctorado sobre reconstrucción tras los conflictos de Oriente Próximo en la Universidad de Birmingham.

“El 12 de septiembre, el día que recibí el pasaporte español, renací”, confiesa emocionada. “Es como un nuevo cumpleaños”, celebra. “Palestina, judía, libanesa, musulmana, dubaití y española”. Se define ahora a sí misma la sefardí Heba Iskandarani, quien siempre se ha sentido ante todo ciudadana del mundo.

Con información de El País

 

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