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Carlos Amantini 2022 historia del idioma francés

17 de diciembre de 2021
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Historia

Al principio la Academia no fue más que una reunión extraoficial de literatos. El cardenal Richelieu acudía frecuentemente a estas mesas redondas de gramática y crítica literaria hasta que finalmente, percibiendo el interés de tal organización para su proyecto de unificación nacional, dio a la Academia Francesa su carácter oficial.

La Academia Francesa fue fundada oficialmente en 1634 por Los estatutos y reglamentos pretendidos por el Cardenal, junto con las cartas patentes firmadas en 1635 por Luis XIII y registradas por el parlamento en 1637, consagraron el carácter oficial de una compañía de doctos, que se habían reunido hasta entonces de manera informal.

La misión que le fue asignada desde su origen fue la de fijar la lengua francesa, darle unas normas y hacerla más pura y comprensible para todos. Debe, para ser fiel a ese espíritu, empezar por componer un diccionario. La primera edición del Diccionario de la Academia Francesa fue publicado en 1694, las siguientes en 1718, 1740, 1762, 1798, 1835, 1878, 1932–1935, 1992. La novena edición está en proceso de publicación.

La Academia celebraba sus sesiones, al principio, en casa de tal o tal miembro, a partir de 1639 en casa del canciller Séguier, desde 1672 en el Louvre y, finalmente, en el Colegio de las Cuatro Naciones, convertido en palacio del Instituto de Francia, desde 1805 hasta nuestros días.

Durante esos tres siglos y medio de existencia, supo mantener sus instituciones, que funcionaron con regularidad, salvo la interrupción entre 1793 y 1803 durante la Revolución, el Directorio y el Consulado.

El cardenal Richelieu se había proclamado protector de la Academia. Tras su muerte, esta protección la asumieron el canciller Séguier, Luis XIV y, tras ellos, todos los reyes y jefes del estado de Francia.

La historia de esta primera etapa de la Academia se dio a conocer a través del relato detallado escrito por dos de sus miembros en Histoire de l’Académie Française, cuyo primer volumen, aparecido en 1653, es de Paul Pellisson y el segundo, aparecido en 1729, del abad de Olivet.

El origen de los cuarenta sillones

El origen de los cuarenta sillones de la Academia Francesa lo relata el académico Charles Pinot Duclos: «Antiguamente no había más que un sillón en la Academia, que era el sitio del director. Todos los demás académicos, fueran del rango que fueran, no tenían más que sillas. El cardenal de Estrées, habiéndose quedado inválido, buscó un alivio para su estado en la asiduidad a nuestras asambleas: vemos a menudo a quienes la edad, las desgracias o el hastío de la grandeza fuerzan a renunciar, venir a buscar consuelo en nosotros o desengañarse. El cardenal pidió que se le permitiera solicitar un asiento más cómodo que una silla. Se rindieron cuentas a Luis XIV quien, previendo las consecuencias de tal distinción, ordenó al intendente del guardamuebles hacer traer cuarenta sillones a la Academia y confirmó para siempre la igualdad académica. La compañía no podía esperar menos de un rey que había querido declararse el protector».

El «sillón 41»

Un gran número de escritores, con frecuencia ilustres, no han atravesado nunca las puertas de la Academia, bien porque nunca han sido candidatos, o bien porque su candidatura ha sido desestimada, o incluso porque han muerto prematuramente. La expresión «41º sillón» la forjó el escritor Arsène Houssaye en 1855 para designar a estos autores, entre los que pueden citarse DescartesMolièrePascalDe La RochefoucauldRousseauDiderotBeaumarchaisChénierHonoré de BalzacAlejandro Dumas (padre)GautierFlaubertStendhalNervalMaupassantBaudelaireÉmile ZolaDaudetMarcel ProustGideJean Giraudoux o Albert Camus, entre otros.

Con información de Wikipedia

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