
Introducción
Entre los múltiples fenómenos que un mundo crecientemente globalizado ha generado, se yergue la posible dilución cultural de las identidades nacionales merced la incorporación de la cultura y los procesos interculturales internacionales a la lógica instrumental de los mercados mundiales. Paradójicamente, o quizá debido justamente a lo anterior, la investigación, el análisis y la interpretación crítica de los temas y conceptos sobre cultura e identidad en América Latina lejos están de haberse agotado; de hecho, están resurgiendo y replanteándose en el nuevo pensamiento latinoamericano con una fuerza inusitada tanto en la teoría como en la realidad socio-política de América Latina.
En efecto, la globalización del capitalismo mundial es un proceso histórico-social central que ha producido, entre otros factores, nuevas realidades en el concierto internacional así como transformaciones en las relaciones socio-culturales mundiales.2 Entre estos cambios resaltan tanto las diversas crisis globales3 que han trastocado y alterado la política, la economía, la sociedad y, particularmente, la cultura y los procesos pluriculturales e interculturales globales civilizatorios- como la amenaza a las identidades culturales en las relaciones internacionales. En realidad, se vive y se asiste al fin de una época o, como dice Wallerstein, se está en presencia «de una etapa de transición histórica sistémica, de una verdadera situación de bifurcación histórica» de las diversas formas de convivencia del proceso civilizador mundial.4
La extensión e intensidad de esta crisis global en todos los Estado-nación, revela, entre otros factores, la mundialización de las contradicciones básicas que se dan entre el modelo productivo dominante de selección-exclusión social5 y la resistencia global de los imaginarios sociales colectivos que se le oponen. En efecto, las funciones y acciones esenciales del Estado-nación capitalista neoliberal se han transformado y modificado significativamente. Como señala Castells, hoy, en un mundo global,
[…] el control estatal sobre el espacio y el tiempo se ve superado cada vez más por los flujos globales de capital, bienes, servicios, tecnología, comunicación y poder. La captura por parte del Estado, del tiempo histórico mediante su aprobación de la tradición y la (re)construcción de la identidad nacional es desafiada por las identidades plurales definidas por los sujetos autónomos. El intento del Estado de reafirmar su poder en el ámbito global desarrollado por instituciones supranacionales socava aún más su soberanía. La capacidad instrumental del Estado-nación resulta decisivamente debilitada por la globalización de las principales actividades económicas.6
Aún más, la debilidad creciente de los escenarios nacionales, homogeneizadores y centralistas (cultural y políticamente) no radica tanto en el proceso de deslegitimación interna -inherente a su incapacidad para profundizar en la democracia, en la tolerancia y en el reconocimiento del derecho individual y colectivo, sino en la diversidad. En efecto, en el escenario de las relaciones internacionales también ha ocurrido una transformación de la racionalidad instrumental de las relaciones entre los Estados nacionales, tal y como lo afirma Pozas Horcasitas en reconocido estudio.
Con información de scielo
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