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Kmv Kawasaki 2022 culturales

26 de agosto de 2021
kmv kawasaki

El análisis de Villoro Toranzo se desarrolla a partir del contexto histórico de la última década del siglo XX, en el que los conflictos indígenas en América Latina, particularmente el levantamiento histórico del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, deviene emblemático por cuanto pone de manifiesto, de manera significativa, las profundas contradicciones económicas, sociales y culturales de la globalización que pusieron al mundo, entre otras absurdas manifestaciones, al borde de la destrucción. Frente a tal escenario de crisis estructural mundial, se cuestionan y se formulan preguntas de aliento esperanzador. A saber: ¿podrá verse al mundo como una unidad cultural de pluralidad de pueblos, etnias y regiones, en las actuales estructuras globales de dominación cultural? ¿Es posible construir una nueva racionalidad instrumental plural y alternativa a la neoliberal actual como resultado de una nueva diversidad de culturas? ¿Es factible el tránsito de un Estado homogéneo a otro plural?

A fin de encarar estas interrogantes, es preciso antes analizar y comprender los conceptos de nación y nacionalidad. En efecto, el hecho de pertenecer a una nación no viene determinado por la sangre, raza o lugar de nacimiento; antes bien, consiste en asumir una forma de vida, incorporarse a una cultura, hacer propia una historia colectiva, ligar el sentido de vida a la construcción de un destino común y colectivo que va a constituir el núcleo integrador de una identidad cultural. En este marco, la creación del Estado-nación moderno fue producto de una decisión tomada por individuos que comparten una sola cualidad: la de ser ciudadanos. Este principio jurídico produjo, a su vez, la homogeneización de la sociedad como una de las manifestaciones de la modernidad. En su expresión socio-política, ésta consistió en reducir la diversidad cultural mediante la ejecución de un proyecto basado en la educación pública común y en la implantación de una lengua oficial. El triunfo de la concepción de un Estado homogéneo e individualista se impuso a los pueblos indígenas sin su consulta, consentimiento y aprobación expresa. En consecuencia, se diluyó la enorme riqueza cualitativa de las formas culturales identitarias de los diversos grupos étnicos. En otras palabras, la nación no se construyó por medio de un proceso de convergencia e integración voluntaria de diversas culturas, sino a través de la imposición -unas veces violenta, otras pacífica y espiritual- de una cultura única y uniforme que negó y deconstruyó las formas culturales de identidad preexistentes.

Sin embargo, la idea de una nación única, hegemónica y dominante del capitalismo mundial y su tendencia homogeneizadora de globalización cultural neoliberal, ha creado, dialécticamente, su contradicción, su antípoda, su antagónico: la otra nación, la nación plural. En efecto, con la emergencia de los poderes mundiales globalizados que trascienden las estructuras estatales, los individuos y los imaginarios sociales han buscado fortalecer sus vínculos personales en comunidades colectivas, capaces de ser vividas y no sólo pensadas, que puedan dar sentido a sus vidas y a sus identidades. En este sentido, los movimientos étnicos y sus reivindicaciones están marcando esas nuevas formas de pensar y hacer una sociedad diferente, una sociedad diversa, una sociedad plural.

Con información de scielo 

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